POEMAS

                                        APOLO Y DAFNE


Apolo y Dafne, Gian Lorenzo Bernini


Soneto XIII

A Dafne ya los brazos le crecían
y en luengos ramos vueltos se mostraban:
en verdes hojas vi que se tornaban
los cabellos que el oro oscurecían;
de áspera corteza se cubrían
los tiernos miembros que aún bullendo estaban;
los blancos pies en tierra se hincaban
y en torcidas raíces se volvían.
Aquel que fue la causa de tal daño,
a fuerza de llorar, crecer hacía
este árbol, que con lágrimas regaba.
¡Oh miserable estado, oh mal tamaño,
que con llorarla crezca cada día
la causa y la razón por que lloraba!

Non lle digas nada a lúa           
que non te quere escoltar
Está  a falar coa choiva
A brétema e máis co mar.

Na conversa deles tres
Estase a falar de paz.
E todos os tres arelan
Botarlle á Terra unha man.

Cativos que pasan fame,
Cidades contaminadas.
O lixo flota nos ríos.
As fragas xa non son fragas.

Non lle digas nada a lúa,.
Teñen pechado o salón.
 Non queren que chegue o día
Sen atopar solucións.

                 Antonio García Teijeiro


Orfeo y Eurídice
 
Ella fue mi canción inspiradora,
y la musa raíz de mi canción;

mas la muerte, noctámbulo ladrón,

la arrebató antes de brillar la aurora.

No era mi amor, ni lo es, amor que ignora,
y al Hades descendí. La persuasión

de mi canto logró su redención,

que cede el Hades si mi canto implora.

"Llévatela a la luz, mas sin volverte
a mirarla en las sombras, o la muerte

de su destino habrá de apoderarse".

¡Oh, impaciencia del hombre enamorado!
Volví los ojos, y me fue arrancado

el corazón al verla evaporarse…

                            Francisco Álvarez Hidalgo 



"Ya se apaga el largo día; sube lenta la luna; el hondo mar
gime con mil voces. Venid amigos míos,
aún no es tarde para buscar un mundo más nuevo.
Desatracad, y sentados en buen orden amansad
las estruendosas olas; pues mantengo el propósito
de navegar hasta más allá del ocaso, y de donde
se hunden las estrellas de occidente, hasta que muera.
Puede que nos traguen los abismos; puede
que toquemos al fin las Islas Afortunadas y veamos
al grande Aquiles a quien conocimos. Aunque
mucho se ha gastado mucho queda aún; y si bien
no tenemos ahora aquella fuerza que en los viejos tiempos
movía tierra y cielo, somos lo que somos:
corazones heroicos de parejo temple, debilitados
por el tiempo y el destino, más fuertes en voluntad
para esforzarse, buscar, encontrar y no rendirse.

"Ulises", Tennyson




                        ÍTACA
Cuando emprendas tu viaje hacia Ítaca
debes rogar que el viaje sea largo,
lleno de peripecias, lleno de experiencias.

No has de temer ni a los lestrigones ni a los cíclopes,
ni la cólera del airado Poseidón.

Nunca tales monstruos hallarás en tu ruta
si tu pensamiento es elevado, si una exquisita
emoción penetra en tu alma y en tu cuerpo.

Los lestrigones y los cíclopes
y el feroz Posidón no podrán encontrarte
si tú no los llevas ya dentro, en tu alma,
si tu alma no los conjura ante ti.

Debes rogar que el viaje sea largo,
que sean muchos los días de verano;
que te vean arribar con gozo, alegremente,
a puertos que tú antes ignorabas.


Que puedas detenerte en los mercados de Fenicia,
y comprar unas bellas mercancías:
madreperlas, coral, ébano, y ámbar,
y perfumes placenteros de mil clases.

Acude a muchas ciudades del Egipto
para aprender, y aprender de quienes saben.
Conserva siempre en tu alma la idea de Ítaca:
llegar allí, he aquí tu destino.

Mas no hagas con prisas tu camino;
mejor será que dure muchos años,
y que llegues, ya viejo, a la pequeña isla,
rico de cuanto habrás ganado en el camino.

No has de esperar que Ítaca te enriquezca:
Ítaca te ha concedido ya un hermoso viaje.
Sin ellas, jamás habrías partido;
mas no tiene otra cosa que ofrecerte.

Y si la encuentras pobre, Ítaca no te ha engañado.
Y siendo ya tan viejo, con tanta experiencia,
sin duda sabrás ya, qué significan las Ítacas.
                          Konstantíno Kaváfis